Posiblemente
sea Lenci la marca de muñecas de tela
más conocida entre los coleccionistas por la originalidad en los diseños, la alta calidad de las telas empleadas
(fieltro y organdí en su mayor parte), su variado colorido y las fantásticas
expresiones de sus muñecas: a veces llenas de dulzura, otras de sorpresa y
hasta de enfado. Se trata de muñecas muy cotizadas y que no son fáciles de
encontrar en buen estado porque el fieltro es un material muy apetecible para
algunos pequeños insectos que lo encuentran delicioso. Es el caso de mi pareja
de Floppy legs (literalmente piernas
colgantes o flexibles, porque están hechas para estar sentadas y no se
sostienen por sí mismas), que llegaron a mí de forma imprevista con sus vestidos
y zapatos llenos de agujeros y sin pelo. Daba penita verlas pero su belleza
todavía permanecía y había que darles una oportunidad.
Al mirarlas con
detenimiento ¡sorpresa! No aparecía nada relativo a Lenci pero sí dos etiquetas cosidas de Regium, e
investigando un poco supe que se trataba de un antiguo comercio que hubo en
Madrid donde se vendían objetos de arte, aunque no hay constancia de que
fabricaran moñas.
Había que
determinar si eran Lenci como parecía o habían sido hechas por otra empresa
porque hay multitud de muñecas copiadas
de Lenci con mayor o menor fortuna, a veces con un parecido tan grande que es difícil distinguirlas. Me llevó algo de tiempo dar con una de ellas y fue
gracias al grupo de facebook Lenci Doll Collective donde se estudia esta casa.
Allí estaba en blanco y negro una de mis moñas, se trataba del modelo 900C de
1927 (tiene ¡90 años!). Entretanto yo
había empezado el proceso de limpieza de cara y cuerpo, y arreglo y limpieza de las ropas (incluida la
reposición del calzado de una de ellas), proceso que me llevó bastante tiempo
porque el fieltro estaba tan apolillado que corría el riesgo de romperse y tuve
que coserlo cuidadosamente a un forro. Necesitaban unas pelucas y basándome en
otros modelos de Lencis se las hice con una piel de oveja que hube de teñir,
cortar a medida, coser y ajustar hasta que me parecieron adecuadas. Conté con la ayuda de una estupenda profesional de la
restauración de muñecas que me orientó en todo el proceso. Sin embargo, al ver
después la fotografía antigua del catálogo de la casa italiana descubrí que su peinado era muy diferente al
que yo había imaginado, pese a todo me gustaba como habían quedado y decidí
mantenerlo.
Por fin las
terminé y pude fotografiarlas acompañadas de un precioso osito de peluche azul que vino desde muy lejos.
Mis Lencis no son perfectas pero son especialmente bellas y sin duda
están entre mis muñecas preferidas.
Ragazze,
addio.
(En referencia a la casa Regium tengo que añadir que una coleccionista
me enseñó otra muñeca Lenci con una etiqueta de dicha casa, a ver si algún día
se aclara este pequeño misterio).
Ragazze, addio.