Hay pocos
personajes de la literatura infantil tan conocidos como Caperucita Roja. Las
versiones de su cuento son numerosísimas, distintas, sorprendentes, llenas de
imaginación y a menudo con unas estupendas ilustraciones. Casi lo mismo sucede
con las muñecas que la vienen representando desde hace años, son muy variadas y
se han ido adaptando al cambio de gusto de las niñas conforme han pasado las
décadas. Las que tengo en mi colección sirven para ver esta evolución y hoy
como ejemplo voy a poner a dos de ellas, una de las más antiguas que poseo y la
más moderna.
La primera vino
a través de una fotografía y un mensaje de whatsapp que me envió mi madre: “estoy en una feria, hay un puesto con
juguetes antiguos y creo que esta Cape podría interesarte”. ¡Por supuesto
que me interesaba! y aún teniendo el cuerpo de cartón algo estropeado y estar
tan sucia, me la compró. Su cabeza es cerámica, los ojos de cristal y las
extremidades de cartón piedra. El atuendo no puede ser más sencillo ni tener
menos confección, pero incluye lo que toda Caperucita debe llevar: la capa y la
caperuza. Cesta y lobo … no traía. Tampoco el pelo, supongo que de mohair.
No tardó en
llegar la segunda, una versión en ganchillo encantadora. Fue mi amiga Olga
quien me dijo “tengo una cosiña para ti”.
“Cosita” es como llaman las personas que te quieren a algo que desean regalarte
porque saben que te encantará. Me la había hecho su tía Ana a la que se le dan
muy bien los trabajos manuales en general y el ganchillo en particular, no en
vano se dedicó profesionalmente al mundo de las labores y las lanas y no ha
dejado nunca que sus manos estén quietas. Olga y Ana son gallegas de Sanxenxo y muy generosas como se puede ver.
Mirando por
internet Caperucitas amigurimi, término japonés para denominar a los muñecos tejidos a ganchillo o crochet, he
encontrado una muy parecida acompañada del lobo, un árbol y una seta. Os dejo
con estos personajes de cuento tan queridos.
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