No cuento nada nuevo si digo
que viajar nos abre la mente de muchas formas diferentes. Salimos de casa
cargados de equipaje pero también de muchas expectativas; buscamos espacios naturales, queremos probar la
gastronomía local, deseamos ver la arquitectura, acercarnos a la historia, la cultura y el arte del lugar que visitamos y conocer a sus gentes, su forma de vida. Podría seguir
rellenando toda la hoja pero me detendré en los juguetes que es lo que os ha
traído hasta aquí, a mis juguetes y moñas.
Nuestra afición común me ha
llevado a través de los años a reunir una buena muestra de lo que llamo “juguetes
del mundo”. Al margen de las muñecas hechas para los turistas, de las que tengo
unas cuántas verdaderamente bonitas, me interesan mucho estos juguetes
que todavía se pueden encontrar en ciertos lugares y que nos cuentan tantas cosas de quienes los fabricaron o de los niños que los disfrutaron. Dí con algunos en Croacia, os los enseño.
Resulta que en el noroeste de
este pequeño país empezaron a fabricarse en el siglo XIX unos juguetitos de
madera muy bonitos. Esto dicen los textos pero yo creo que la tradición sería
anterior y no aparecería de forma espontánea, aunque de aquella fecha sean los
ejemplares más antiguos documentados. La región de Hrvatsko Zagorje, cercana a Zagreb,
es rica en vegetación, recuerda a Galicia por su
cultivo de maíz, sus zonas boscosas y las viviendas-granjas con
construcciones similares a los hórreos. Abundan los bosques de sauces, tilos,
hayas y arces de cuyas maderas los hombres se proveían para tallar manualmente
caballitos, carros, balancines, pájaros, muebles en miniatura, peonzas, silbatos y otros instrumentos musicales para los niños de la casa. La parte
decorativa corría por cuenta de las mujeres que los pintaban en tonos vivos con
una pequeña gama de colores. Con el correr de los años y la llegada de la
modernidad se empezaron a hacer coches, trenes, camiones y aviones.
Este tipo de juguete ha sufrido
pocas variaciones a lo largo del tiempo siendo producido de manera artesanal
con unas técnicas sencillas de fabricación que pasaban de una generación a la
siguiente. Creo que por eso tienen tanto encanto, su ingenuidad los
hace especiales. Son juguetes un poco toscos pero muy alegres que hablan de historia, de
tradición, de trabajo en familia, de amor y respeto a la tierra y a su forma de vida y por supuesto
de alegría al ofrecerlos a los niños. Todo esto es para mí
la esencia del juguete, ni más ni menos.
Pero claro, igual que me gustan
a mí les han gustado a otras muchas personas así que ya hace unos años estos juguetillos salieron
de la esfera estrictamente familiar y se venden en ferias, en mercados y
también en tiendas de diferentes partes del mundo, porque lo que para nosotros
es un elemento infantil para otros es un objeto decorativo. Distintos puntos de
vista.
En 2009 la UNESCO incluyó a los
juguetes artesanales de madera del norte de Croacia en la lista del “Patrimonio Intangible de la Humanidad” lo que supone un gran
reconocimiento y también una protección a esta parte de la cultura croata rural. Además
el servicio postal emitió este sello tan chulo (la imagen proviene de su página web)
La verdad es que encontrarlos nos costó un poco. Quisimos ir al Museo Etnográfico de Zagreb donde se exhiben algunos juguetes antiguos y se venden otros actuales pero los sábados y
los domingos cierran a la una del mediodía, vaya. En el centro de esta ciudad,
en la parte alta, hay un mercado donde también se pueden encontrar, pero no
pudimos llegar a verlo. Nuestro gozo en un pozo … seguimos insistiendo y
decidimos ir a una de las poblaciones donde supuestamente se hacían, Marija Bistrica que resultó ser el mayor santuario religioso del país que
recibe cada año a miles de peregrinos (no teníamos ni idea) y fue allí donde encontramos los
jugueticos que estáis viendo: el carro tirado por los dos caballos, la mesa con
las sillas y el instrumento musical. Este último sonaba de maravilla, estaba
perfectamente afinado hasta que sufrió “un accidente infantil” y se le soltaron dos
cuerdas. No pasa nada, los juguetes están para ser jugados.
La plaza que da acceso al famoso santuario está rodeada de tiendas de recuerdos, ese día casi cerradas en su
totalidad. Nos dijeron que los fines de semana se llena, especialmente en verano, y hay un mercado donde se puede ver a los artesanos construyendo
los juguetes. Desde luego están orgullosos de su tradición y la protegen,
fijaros en las esculturas a gran tamaño que los reproducen y decoran esta gran
superficie.
Como iban a ocupar bastante sitio en mi maleta no pude
comprar más que unos pocos y me apenó, eran preciosos y a buen precio, me costó decidirme porque me gustaban todos: los pájaros correpasillos, los
armarios, las cunas.
Además había otros en madera
vista pero no me gustaron tanto ni estuve segura si eran del país o importados.
He encontrado estos sellos de
Hungría, que limita con el norte de Croacia, donde aparecen juguetes muy parecidos
(el caballo y los pájaros correpasillos), no sería raro que los compartieran
siendo vecinos.
Cuca pide paso, aquí la vemos con la mesa
miniatura, un bote con piedrecitas de la playa – en esta costa adriática no encontraréis
arena, solo piedras – dos pequeñas calabazas compradas allí y una muñequita de
hoja de maíz y madera que viste la ropa tradicional de este hermoso país.
Vidimo
se uskoro Hrvastska, hasta pronto Croacia.
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