Venga, vamos, pero de tu
ordenador al mío porque de otra manera no podrá ser hoy. No te preocupes que
tengo algunas fotografías y nos daremos una vuelta.
¿Qué por dónde empezamos? Por el
principio, como siempre, ya sabes que me gusta ir calle por calle, sin prisa,
disfrutando de la mañana y de lo que vemos, de las gentes que venden, de las que
compran, de las que pasean y de los objetos con los que trajinan.
Hay tantas cosas que me llaman la
atención, mira, solo empezar veo esta caja de discos o elepés como se les
llamaba, qué chula, dan ganas de montar un guateque.
Aquí nunca sabes lo que vas a
encontrar o más bien, qué te va a encontrar a ti porque parece que hay objetos
que te están buscando y a mí, me buscan muchos, je je. Estas latas antiguas, por ejemplo, o la tabla de ir al horno a cocer el pan. Hablando en
serio, creo que muchos venimos al rastro a encontrarnos a nosotros mismos,
piénsalo y lo hablamos luego.
Ah, te has parado en este montón
de libros a revolver un poco. El de Mark Twain me gusta, lo leí de niña, voy a
preguntar. Si me hacen buen precio me llevaré también el de La moral católica.
¿Por dónde íbamos? Sí, por los objetos
que nos buscan y dan un repaso a nuestra vida, es la esencia de los
mercadillos, ver la evolución de nosotros mismos y de la sociedad. Fíjate en
estos sifones, botellas y latas de bebidas. Ni tú ni yo hemos conocido algunos
pero sí nuestros padres y abuelos, por eso dar una vuelta por aquí es retroceder
en el tiempo y en el espacio viendo artículos que fueron habituales décadas atrás y se sustituyeron por otros más modernos
que después también quedaron obsoletos. Vamos, que lo mismo pasa con las personas.
Y hablando del rey de Roma, me
encantan estos relojes que algún día sí que midieron el tiempo de gentes como este
señor que nos mira desde los viejos retratos ¿quién sería?
Cuánta tierra debió labrar esta
reja, cuántos surcos abriría para poder sembrar las semillas y que creciera el
cereal cuya paja levantarían las forcas que vemos apoyadas en el suelo. Todo esto quedó atrás.
Esto no se ve todos los días, un
collar ¿de perro o de ganado? para evitar las mordeduras de los osos o de los
lobos, fácil que provenga del Pirineo. En esta mesa hay unas piezas de forja
muy interesantes y el patinete también me lo llevaría.
Pero mira qué vehículos más modernos,
la Bici Cross la tenían muchos de mis amigos, parece que los estoy viendo, montados en sus bicicletas dispuestos a
comerse el mundo.
¿Qué me dices de los teléfonos?
¿quién no tuvo uno de esos? El nuestro era rojo, qué gracioso. Fuelles, secadores,
molinillos de café, balanzas … hay de todo en este puesto y muy bien ordenado. Eso es algo en lo que me fijo siempre, algunos vendedores son así, metódicos, exponen sus productos con cuidado. Otros vacían sus cajas y bolsas sobre el suelo y tal como caen, quedan. Se me ocurren varias metáforas en relación a la disposición de estas mercancías y el género humano, pero me las guardo.
Casi no hay juguetes interesantes pero algo hay, depende del
día aunque rara es la vez que no aparece
un complemento para las moñas o un juguetico chulo. Esta cocinita de
Rico ya la tengo con su caja, completa. Mi sobrina juega a veces con sus
Barbies en ella, se la voy a regalar, la tienen a tan buen precio …
Las muñecas que se ofrecen hoy no
son nuestras preferidas pero igualmente gusta verlas, a algunas les hace
falta una mano amiga, un cubo de agua y jabón, sin embargo otras están nuevas, en su caja. Anda, allí hay un baturrico, se
nota que estamos en Zaragoza.
Curioso lugar para poner una
muñeca, es una capilla / hornacina de madera de un retablo, lo que no se vea aquí…
Miniaturas, reproducciones,
juguetes de kiosko. Me quedaré con un tomavistas de PSE.
Un último repaso y nos vamos ¿te
parece? Podríamos hacerlo con este maletín decorado con etiquetas de hoteles, tiene su gracia.
Jolín, ahí hay una pila de maletas
que ya tienen unos años. Ja ja, me encanta el “expositor” de muñecos que han
hecho con esa otra, qué bueno.
Guauuu, la tiendecita francesa me
encanta, lástima que esté repintada porque es bien bonita.
Pues esa cocina “de verdad” sí
que me gusta, tiene pinta de ser francesa también. Recrearse la vista forma parte
del paseo y por hoy, ya nos vale.
A ver cuándo podemos salir de
verdad, ya te llamaré para ir juntas.
Por cierto, mi sobrina está feliz con la cocinita, no para de jugar con ella, lo que da de sí una mañana en el rastro.
* Todas las fotografías con el nombre de mi blog están hechas por mí. En virtud de la ley de propiedad intelectual está prohibido utilizarlas sin mi consentimiento. Si las necesitas, ponte en contacto conmigo 😉