Hoy presento a otro muñeco de la marca BND London. Va en pijama dispuesto a irse a la cama pronto porque entre el cambio de hora y la llegada del
frío no apetece otra cosa. Además de su osito preferido también lleva una bolsa
de agua para entrar en calor.
Esta firma inglesa nació en los años 30
pero fue en los 50 cuando comenzó a fabricar sus muñecos en plástico duro como
mi pequeño toddler, así se llama a los niños que ya no son bebés y
caminan. Mide 33 cms de altura, está marcado en la nuca (BND London) y tiene un
llorón o voz desmontable con una curiosa pieza cerámica blanca dentro. El
pijama no es original y fue hecho por mi tía Tere ¡gracias!
Su pelo es simulado pero he visto otros
modelos con pelucas de diversos colores y estilos, a veces representado a niñas
y otras a niños un poco mayores. Mueve
la cabeza, los brazos y las piernas y destaco su carita redonda con
una mirada que creo que está muy bien conseguida, parece que
esté pidiendo un cuento y un besito antes de acostarse.
La bolsita de agua que le acompaña,
junto a las dos que muestro sobre el colchón, es un resto de las diferentes
canastillas de bebé que teníamos de pequeñas y nos ayudaban a cuidar a nuestras
queridas moñetas.
Buenas noches, han salido las estrellas, a dormir.
Siguiendo con mis juguetes de madera
hoy quiero hablar de Oliver Hardy “el Gordo”, un actor cómico que junto con su
compañero Stan Laurel “el Flaco” formó una de las parejas de mayor éxito en el
cine en la primera mitad del siglo XX. Tan conocidos eran que la empresa
MONLLOR LINARES de Denia los reprodujo en algunos de sus juguetes.
Pero antes, historia y datos. El
señor José Monllor Linares abrió su empresa en 1924 siendo uno de los primeros
fabricantes de juguetes de madera de Denia. Hasta 1954 que estuvo en funcionamiento se
distinguió por: la gran calidad de sus juguetes tanto en la talla y el torneado de la madera como en la pintura con acabados perfectos; el elevado número de
referencias con que contaba sucatálogo,
llegando a ser de 1.200 diferentes en 1948 (con precios que iban de las 2
pesetas que costaba una pala a los 230 de un triciclo); el considerable número
de trabajadores, más de cien en algunas ocasiones; la variedad de su producción
(juguetes de playa, patinetes, carros, arrastres, triciclos, barcos, billares,
pupitres, cocinas, tragabolas, muebles y muchos otros) y el hecho de conseguir
concesiones para la reproducción en madera de personajes muy conocidos en la
época, entre ellos los de Walt Disney pero también de otros.
Así nos encontramos con que “el Gordo y
el Flaco” que estaban muy de moda en los años 30 fueron llevados al mundo del
juguete en diferentes formas. Una de ellas es esta figura datada hacia 1935 que
aunque no lo parezca es un juego de bolos… bueno, un juego de bolos al que le
faltan precisamente los bolos. Los vemos en “el Flaco” que está en el Museo de
Denia. Observad que lo que serían los pantalones son unos bolos cónicos que
tenían un agujero en la parte inferior trasera para quedar sujetos al círculo
que hay sobre los zapatos del personaje. Pero entre ese círculo y el calzado
hay unas bolas que eran con las que se tiraban los bolos. Ingenioso y bonito
¿verdad?
Al servicio de Correos también le debió
gustar este juguete porque formó parte de un carnet de sellos que representaban
antiguos juguetes españoles, pongo tanto la tarjeta con el sello (arriba) como
la portada de dicho carnet.
Debía ser muy fácil que se perdieran
los bolitos porque también en el museo de Denia hay un Gordo e igualmente
carece de ellos (tampoco tiene bolas ni zapatos). Es marrón, no azul como el
mío y observo algunas diferencias en él, principalmente en los rasgos pintados
de la cara. En cualquier caso, con bolos o sin ellos es un juguete precioso,
muy bien hecho y escaso.
Como me gusta dar información adicional
añado otro juguete de madera de esta pareja de cómicos montados en un coche y
un sacapuntas con la cabeza del Flaco al que se le quita el sombrero. No sé si
también salieron del taller de Monllor y Linares, pienso que sí pero no tengo
la certeza.
En metal he encontrado esta silla de hojalata de Picó y Cía donde Laurel y Hardy aparecen tocando
instrumentos musicales.
Termino con otra silla, esta vez de madera, atribuída a Monllor Linares: dedicada a Popeye tiene ese aire tan decó en su decoración que
casi parece pop. Y con dos representaciones de la marca, la segunda es de una
factura y observamos a varios personajes de Disney en ella (la concesión la
obtuvieron en 1947) y la primera es más sencilla.
Algunos de los datos que he incluido en
esta entrada están en la ficha del fabricante de este libro sobre el juguete de Denia, imprescindible
para los amantes de esta industria.
¿A qué han jugado los niños a lo largo
de la historia? Gracias al trabajo de los historiadores, arqueólogos,
restauradores, científicos y otros profesionales cada vez sabemos más de
nuestro pasado e incluso del mundo del juguete podemos encontrar cierta información.
Escribo sobre esto porque cuando visitaba el Museo Romano de Nimes (Francia), “Musée
de la Romanité”me encontré con una
pequeña muestra dedicada al mundo infantil y fue una sorpresa agradable poderme
acercar a los orígenes de la historia del juguete.
Dentro del moderno edificio donde se
exponen unas cinco mil piezas - de un fondo que alcanza las veinticinco mil - y
que van desde la Edad de Hierro hasta el final de la Edad Media, pero cuyo
punto fuerte es el período romano, hay una zona con pequeñas vitrinas que
albergan objetos relacionados con los niños y también con los juegos de los
adultos, osea, infancia y ocio. A través de los textos leemos sobre la
dificultad que a veces tienen los estudiosos para determinar si algo era
realmente un juguete o bien se ideó con otro fin, quizá para uso cotidiano o simbólico.
Muchas de las piezas han aparecido en tumbas de niños y nos demuestran el
interés de sus padres en que los juguetes de sus hijos les acompañaran en la
otra vida; otras proceden de contextos religiosos. Todos los elementos han sido
encontrados en yacimientos arqueológicos de la propia ciudad de Nimes o en los
alrededores.
Teniendo en cuenta que todo lo expuesto
tiene una antigüedad de unos dos mil años, los materiales que vemos son los que
por sus características han podido conservarse durante todo este tiempo: diferentes
tipos de piedra, mármol, barro cocido, vidrio, hueso y diversos metales en
forma de tabas, cazuelitas, silbatos, dados y fichas, biberones, caballitos,
jabalíes, pajaritos, campanitas, amuletos, plumas y un tintero.Pudo haber otros juguetes en madera, fibras
vegetales, textiles, cuero, etc pero no han llegado a nosotros debido a su
degradación.
Además se exponen esculturas o
fragmentos de ellas representando a niños que completan esta sección tan
interesante del museo romano.
Algo que resulta muy útil para tratar
de acercarnos a los habitantes de la Nimes romana es la posibilidad de
participar de manera virtual en sus juegos. La explicación y las instucciones están disponibles en castellano, así que podemos echar una partida de tabaso probar con otro juego desconocido para nosotros. Los medios modernos
nos acercan a la diversión del pasado.
Por supuesto Cuca no se quiso perder ni
la visita al museo ni al anfiteatro romano que está al lado porque vale la pena
conocer esta ciudad que está considerada “la
Roma francesa”.
Esta es la página web del museo por si
queréis conocerlo mejor, está disponible en francés y en inglés.