Quizá os pasado alguna vez.
Estáis revisando objetos que hace mucho tiempo no miráis y de repente vuestros
ojos se fijan en una caja. Al instante recordáis lo que contiene. Me sucedió hace unos meses.
Aunque la etiqueta lo decía
todo no necesité leerla, ni siquiera abrir la caja para saber que dentro había
unas viejas tabas que mi abuela había guardado tiempo atrás. Mi inolvidable y queridísima yaya me las dio hace
bastantes años junto con un papel donde escribió las instrucciones para explicarme cómo se jugaba si un día
deseaba hacerlo.
Décadas atrás esos huesos de la
rótula de los corderos, los astrágalos, eran codiciados por los niños para
pasar el rato con ellos. Nuestra abuela y también nuestra madre quisieron
transmitirnos el interés por este juego pero andábamos en diversiones más modernas y no hicimos mucho caso. Sin embargo al hacerme mayor empecé a mirar con otros ojos estos
pequeños huesos, dándoles su valor, momento en que le pedí que lo anotara todo
para que no se me olvidara. Ella, siempre complaciente con sus nietos, así lo
hizo. Después metí el papel y las tabas en esa caja de Farias, la guardé en un lugar que no miro a menudo
y casi me olvidé, aunque un recuerdo quedó en un
rinconcito apartado de mi memoria.
Me emociona leer ahora su letra
clara y limpia donde cuenta que era su juego preferido, que los críos lo jugaban
en la calle en verano, que las tabas tienen cuatro posiciones llamadas hoyos,
tripas, verdugos y reyes. Que elegías tu posición favorita justo antes de lanzar todos
los huesos a lo alto y según como caían ganabas o perdías tu pieza. No me
cuesta imaginarla de niña echando una partida sobre la tierra de las calles de
nuestro pueblo aragonés, antes de que fueran asfaltadas.
¿A que esta cajita encierra un
tesoro? Yo así lo siento, algo tan sencillo como unos huesecillos que sin embargo han adquirido un gran valor y que me hace feliz haber recuperado.
Bajo de mi nube y voy con algunos
datos curiosos porque revisando fotografías me han salido cosas interesantes.
El origen de este juego es
ascentral, imposible conocerlo y como
tal lo conforman elementos tomados directamente de la naturaleza. Una de las
primeras representaciones que conocemos es esta escultura de la antigua Grecia
de una niña lanzando las tabas. En el mundo clásico se atribuían dotes
adivinatorias a los astrágalos y eran las mujeres del oráculo
las encargadas de lanzarlos siendo llamadas astragolizontas. De hecho todavía en algunos países se sigue considerando un juego femenino.
Ya de época romana es esta taba
cerámica decorada, no hueso natural. Es preciosa.
También estos dos astrágalos son
de la misma época, del Museo romano de Nimes (Francia) de que hablé hace un
tiempo.
Las tabas se han jugado en todo
el mundo y en cada lugar las cuatro posiciones adoptan nombres diferentes. Una selección de sellos de diferentes países nos da una
pequeña idea de su dispersión geográfica: Kuwait, Kazajistán, Hungría, Qatar,
Surinam y Lesotho. Como curiosidad os diré que las he encontrado también en
Australia donde ovejas no faltan.
Aunque generalmente se juega con tabas de
ovejas o de cabras, pequeñas y manejables,
los gauchos lo hacían con tabas de vaca, de mayor tamaño. El juego fue introducido por los europeos y
parece ser que arraigó con mucha fuerza. Esta antigua fotografía tomada a unos gauchos en Uruguay a principios del siglo XX da fe de ello, igualmente en Argentina era y es un juego muy popular y
también se ha jugado en Chile, en Paraguay y en el sur de Brasil.
Rebuscando en mi colección he
dado con una bolsa de tabas de plástico de colores, fabricante desconocido. Se trata de un juguete de kiosko.
Esta imagen es de la empresa
Cayro de Denia, dentro de su serie Collection que reproduce juegos clásicos
que perviven en el tiempo. Me gusta el contenido y la caja.
Me cuenta una amiga que en
algunos colegios de Zaragoza los niños están jugando a las tabas, parece que han vuelto a algunos lugares ... aunque de otros nunca se han ido. En
Briviesca, Burgos, se organiza cada año desde 1794 el Día de la Tabera donde
cientos de personas apuestan y juegan. Habrá que ir a echar una
partida ¿quién se apunta?
* Si quieres saber más sobre los juegos y juguetes del Museo Romano de Nimes: http://misjuguetesymognas.blogspot.com/2018/10/juguetes-en-el-museo-romano-de-nimes.html
* Todas las fotografías con el nombre de mi blog están hechas por mí. En virtud de la ley de propiedad intelectual, está prohibido usarlas sin mi consentimiento. Si las necesitas, ponte en contacto conmigo 😉
Olá, Cuca!
ResponderEliminarAdorei conhecer esse jogo. Aqui no nordeste brasileiro temos "As Marias", que jogamos com pedrinhas. Será uma adaptação ?
Compreendo perfeitamente o seu amor por este brinquedo. Avós são um presente.
Você me deu a ideia de mostrar um brinquedo que conheci com meus avós.
Obrigada!
Abraço.
Hola Erika, qué bonito nombre tiene vuestro juego "As Marias",tal como dices puede ser una adaptación, muchos juegos son universales.
EliminarMe alegro que te hayan gustado mis tabas y su historia, tú también tienes muy buen recuerdo de tu abuelo ¿verdad? .
A ver qué juguete nos traes de tus avós, tengo ganas de verlo.Un abrazo.
La primera vez que veo este juego...leer sobre juegos clásicos me gusta porque es leer acerca del modo de vida de antes, costumbres, culturas...😍😍😍me gusta abrir el baúl de recuerdos y rebuscar en el desván... me ha gustado tu entrada. Un saludo Cuca 😘
ResponderEliminarGracias Al Desván, a mí también me gusta conocer estos juegos que han hecho felices a montones de generaciones de niños, le voy a pedir a mi madre que me enseñe a jugarlo ya que en su momento no presté la atención debida. Un saludo.
EliminarHola Anusca, qué maravilloso tesoro conservar las tabas de tu abuela, y además con las instrucciones escritas de su puño y letra, es un recuerdo de mucho valor.
ResponderEliminarMe ha encantado saber tantas cosas de este juego, sobre todo que sea tan antiguo y conocer a las "súper tabas", qué curioso...
Me encantan los juegos populares, me da mucha pena ver cómo los niños abandonan las actividades sencillas y grupales al aire libre y añoro verlos jugar en las calles como antaño, jugando a las tabas, por ejemplo, o a la comba, a la rayuela, al pilla-pilla, escondite, etc... mucho más saludables que los juegos actuales, casi siempre virtuales que fomentan el sedentarismo y el aislamiento. ¡Uy, qué mayor parezco! :-D
Besos.
Hola Ilona, una de las muchas cosas buenas de esta afición es que te permite conocer aspectos de la vida que por ser, presuntamente, poco importantes, no valoramos. Cosas del día a día que pasan desapercibidas y que nos hablan de nuestra forma de jugar, por tanto de nuestra forma de ser y de vivir. Tal como dices los de antes eran juegos de calle, grupales, sencillos ... qué contraste con los de ahora que se practican en solitario, encerrados en casa y con necesidad de un aparatito. El juguete es el reflejo del momento ... yo también parezco mayor hablando de esto, ja ja. Un abrazo.
EliminarExcelente artículo. Muy interesante didáctico y nostálgico. Tienes talento Siempre lo has tenido.
ResponderEliminarAyyyy, cómo se nota que me miras con buenos ojos. Un beso graaaaande
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