28 de octubre de 2023

El rastro dominical de Zamora

 

De la quedada de Nancy en Zamora ya solo me falta hablaros de la visita al rastro de esta ciudad después de haberos contado cómo de bien fue la propia quedada (aquí la tienes) y lo mucho que me gustó el museo Nancyclopedia (pincha aquí)


A lo que estamos. Con mi amiga Marta aprovechamos un par de horas que teníamos libres para acercarnos a pasear por el casco histórico de esta ciudad castellana y visitar su mercado de antigüedades.



No voy a detenerme a comentar la parte antigua de Zamora porque hay para horas y horas, me gustó muchísimo y deseo volver con más tiempo para conocerla mejor.



Sobre su rastro os contaré que es pequeño y coqueto a partes iguales, muy bien organizado y está muy céntrico. Se ubica en la plaza Viriato a escasos metros del Museo Etnográfico (me quedé con las ganas de visitarlo) y cerca de la Plaza Mayor y de otros puntos de interés de la ciudad.



En él encontramos fundamentalmente objetos de segunda mano y antigüedades del mundo rural como herramientas y aperos de agricultura y ganadería. Junto a ellos había lecheras, braseros, cazuelas de metal y de barro.



También vimos objetos más cercanos a nosotras como teléfonos fijos que antes había en cada casa y que han sido sustituidos por los móviles. Pasear por uno de estos mercadillos siempre supone hacer un viaje en el tiempo, a veces es un paseo de más de cien años pero otras veces sólo nos separan un par de décadas de los utensilios que vemos a la venta.



Prendas de ropa antigua con sus bordados y su colorido son una llamada de atención, siempre que las veo pienso en las muchísimas horas de trabajo que costó hacerlas.  Un rato antes, de camino a la plaza de Viriato habíamos visto un par de tiendas con ropa tradicional preciosa reflejo del rico folklore de esta tierra.




Nos gustó el ambiente del rastro, la charla distendida con los vendedores tan amables, comprobar que es un espacio de encuentro para los asiduos que merodeaban sin prisa ojeando libros al tiempo que veíamos como el otoño y el sol se asomaban entre los árboles.



Y como en cualquier mercadillo que se precie, la mezcolanza que lo inundaba todo: un LP del grupo Cherokee de los 90 junto con una lámina de Goya y otra de un Cristo; o reproducciones de otras pinturas al lado de un simpático cuadrito de Mary May entre un batiburrillo de cosas ideal para cualquier coleccionista curioso.




Juguetes y moñas apenas había nada pero de vacío no nos vinimos y en cualquier caso disfrutamos de la mañana. Dicho queda, una ciudad y un rastro a visitar.



 

¿Quieres comentarme algo? estaré encantada de leerte, puedes hacerlo abajo. Aclaraciones, aportaciones y preguntas son bienvenidas.

  

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