31 de diciembre de 2021

Veinta años sin la peseta

 

Nos recuerda la radio que justo hoy, hace veinte años, nos despedíamos de la peseta, la moneda que llevaba con nosotros más de ciento treinta años. Y es pensar en ella y acordarme de los kioskos de la infancia donde nos gastábamos nuestra paga semanal.


Kioskos como el de Pierina, bien surtidos, llenos de objetos coloridos que nos atraían como imanes. Le pasa lo mismo a Güendolina que acaba de salir del cole y se acerca a ver qué novedades hay en los estantes.



Las mandarinas de caramelo son su debilidad pero ya se compró una ayer. Uy, ese reloj de la Familia Telerín, su serie favorita. Se lo pone en la muñeca en un pis pas y lo mira embelesada, le encantan Cleo y sus hermanitos.


Resulta que ha venido con hambre y solo ver las golosinas se le hace la boca agua. Duda entre los caramelitos de violeta y los helados ¿o quizá una piruleta? Jo, es difícil elegir.



Finalmente se decide por el helado de fresa, qué ricooooo.




En esas está cuando aparece su prima pequeña Florina. Haciendo un requiebro amaga con escapar, pero es demasiado tarde. Es que la primita es algo caprichosa y mucha cestita blanca pero nunca lleva pelas dentro.


Florina mira a todas partes, no sabe por dónde empezar y Pierina le canta las excelencias de algunos de sus productos estrella. ¿Querrá una baraja o mejor un camioncito?




Alomejor prefiere un yoyó, unas cuerdas de saltar a la comba o una peonza, juegos clásicos que gustan a todos los niños. Hay decenas de pequeños juguetes de plástico que hacen la delicia de cualquiera.




Lo tiene muy claro, quiere una cámara de fotos de esas que tienen sorpresa. La kioskera, solícita, le muestra la roja y la amarilla.




Tampoco pierde el tiempo Güendo que ha elegido su próxima compra, una careta de payaso. ¡Pero muñeca, que más que del circo parece que has salido del Ku Klux Klan!



Con su flamante cámara colorada Florina le dice que mire al pajarito, digo al payasito y le toma unas fotos ¡qué  sesión más diver!



Ahora es un chupete de anises lo que piden las niñas mientras Pierina estira el brazo para cogerlo, ojo no te caigas. El kiosko está repletito de dulces y juguetitos.

 



Es todo tan apetecible que las tres muñecas se prueban unas gafas súper alegres que les sientan de maravilla.




Y para rematar, la señorita caprichosita se come el helado de limón. 

Llega el momento de pagar y como era previsible, Güendo saca el monedero de su cartera escolar, alguien tiene que apoquinar. Adiós a la propina que le dieron sus abuelos el domingo pasado.



Termina el día con Pierina  recogiendo su negocio y haciendo caja. Ciento y pico pesetas, no ha sido una mala jornada de ventas en el kiosko del barrio. Hora de echar el cierre y descansar.




Cierro también el blog por este año, je je y a todos vosotros os deseo salud, amor y humor en 2022. Y si alguna muñequita o juguete llega a nuestras vidas, mejor que mejor. Un besico.

 

¿Quieres comentarme algo? estaré encantada de leerte, puedes hacerlo abajo. Aclaraciones, aportaciones y preguntas son bienvenidas. 

Todas las fotografías de esta entrada están hechas por mí. En virtud de la ley de la propiedad intelectual está prohibido usarlas sin mi consentimiento. Si las necesitas, ponte en contacto conmigo a través de este blog, gracias 😉

 

24 de diciembre de 2021

Vamos a pedir el aguinaldo

 

Inmersos como estamos en la Navidad, el tema de hoy va a estar en consonancia con las fechas pero aportando algunas cosas que no sabíamos.


Antaño, las Navidades comenzaban con el sorteo del Gordo, el 22 de diciembre pero las tarjetas escritas ya se habían enviado unos días antes. Por las calles los conocidos y los vecinos se felicitaban de viva voz y un tercer tipo de felicitación entraba por las puertas. Eran las que traían los diferentes profesionales en busca del aguinaldo.


Al parecer fue hacia 1831 cuando los trabajadores de un diario de Barcelona imprimieron una tarjetita para regalar a sus clientes y a cambio conseguir una pequeña compensación económica. Su idea fue muy bien acogida entre gentes de otros oficios que hicieron lo mismo, así que los dibujantes cogieron sus lápices de colores y las imprentas pusieron sus máquinas en marcha. Habían nacido las tarjetas de aguinaldo.



Esos pequeños retazos de papel eran repartidos por los experimentados trabajadores y también por los jóvenes aprendices: modistas, carteros, serenos y vigilantes, carboneros, basureros, lecheras, costureras, pintores, barrenderos, cerrajeros, lampistas, mozos de estación, fondistas, camareros y muchísimos más. Hasta los monaguillos tenían sus propias tarjetas.



Una curiosidad. Que en la imprenta no había una postal específica de tu oficio, ningún problema. Había unas en blanco para que tú escribieras lo que quisieras y la entregaras a los vecinos. Si es que siempre hay una solución.


Mirando estas felicitaciones observo que muchas de estas profesiones han desaparecido o se han transformado de tal manera que casi resultan irreconocibles. Observo en ellas los rostros alegres y  sonrientes de los diferentes trabajadores mostrando su mejor cara.


Pero no solo pedían, ellos también daban. Al dorso de las tarjetas entregaban una poesía que a veces incluían unas líneas humorísticas  y otras eran tan almibaradas que costaba leerlas, o al menos a mí me cuesta leerlas, acostumbrada al estilo más directo que tenemos ahora. Sigo leyendo.  Unos textos están en castellano y otros en catalán, a menudo son las mismas rimas.



Rimas que se repetían muy a menudo y solían aludir al buen trabajo o servicio hecho durante el año por el profesional correspondiente que pedía el aguinaldo y apelando a la generosidad de la persona a quien se entregaba esta felicitación.


Los carteros, más prácticos, adjuntaban un listado con las tarifas de correos en vigor. Debido a su utilidad posiblemente sean las tarjetas que mejor se han conservado.




Estas papeletas llaman la atención por su colorido y por la concentración de dibujos alusivos a la Navidad. Hay pavos y pollos, botellas de licores, frutas y dulces. En otras vemos escenas religiosas, está el niño Jesús recién nacido y también aparecen los Reyes Magos. Me gusta mucho una donde un niño lleva una casita para montar el belén.


La Biblioteca Nacional (BNE) tiene una colección muy interesante de este tipo de tarjetas que podéis ver aquí 

http://www.bne.es/es/Servicios/Postales/index.html?motivo=3_aguinaldo




Dicen desde la BNE que la tradición desapareció en la década de los 70 del pasado siglo y pudo ser así, los vecinos llegaban a recibir tantas tarjetas que se ponían carteles  en las entradas de las casas pidiendo que no se entregaran más. Sin embargo yo tengo algunos sencillos ejemplares fechados en 1988, 1991 y 1993 cuando todavía la basura se recogía "a mano", al menos en los pueblos. Parece que haga mil años de eso y solo hace veintiocho.



Repasando mi pequeña colección de aguinaldos y un librillo que tengo donde aparecen otras observo la evolución que ha habido en el dibujo de las tarjetas, cómo el diseño gráfico ha cambiado tanto a lo largo de los años. 

Me despido con esta imagen. Hace no mucho compré un libro de cuentos de Calleja (os hablé de él AQUÍ ) y mirad lo que apareció dentro. Me encantan estos felices hallazgos.


Os deseo un dichosa Nochebuena, estéis juntos o acompañados que sea una noche de paz.

 

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