Llevaba mucho tiempo oyendo
hablar de este lugar. Te he comprado una caja de acuarelas ochenteras para
tu colección de material escolar.- decía Marta. O ¿no necesitarás unos
bolígrafos? Están bien de precio y escriben súper bien.- añadía.
Estaba convencida de que el
comercio tenía otro nombre pero que mi amiga lo llamaba así, hasta un día fui a
la llamada Tienda sin nombre y vi que era su nombre real.
Como a los coleccionistas de
juguetes nos gusta darnos un paseo por el pasado reconociendo objetos que han
estado presentes en nuestras vidas, estuvimos un buen rato dentro de la tienda mirándolo
todo y decidiendo qué incorporar a nuestras colecciones.
Me pareció retroceder unas décadas y verme de jovencita en un bazar similar a este eligiendo un regalo para el cumple de una amiga o
para el día de la madre o del padre. Algunos objetos
los conocía por haberlos tenido en algún momento (esos pendientes de máscara) o por verlos en otras casas.
Pero no solo de nostalgia vive la
mujer y en la Tienda sin nombre también había bastantes artículos del día a día: pilas, medias, libretas, pañuelos de papel y los consabidos bolígrafos entre otros. Yo salí de allí con un lote muy majete.
Curioso establecimiento vallisoletano que pocos
meses después cerró sus puertas.
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