En la vida hay quien sirve tanto para un roto como para un descosido. ¿Un
ejemplo? La protagonista de hoy.
Es una joven enfermera que os
tiene que sonar porque estuvo en el blog presentando a los dos primeros bebés
nacidos en 1923 (podéis volver a verla aquí) y como es tan polivalente, que igual plancha
un huevo que fríe una camisa, ahora mismo la tenemos preparando la cena en la
pequeña clínica de maternidad donde trabaja.
Las madres que vienen a dar a luz
a este centro necesitan reponerse bien del parto y aquí está la enfermera Hanna
ideando unos platos suculentos.
Su cocina no parece grande pero
está muy bien surtida, tiene todo el menaje necesario para atender a las pacientes.
Hanna ha pasado la tarde del
domingo trajinando entre sus perolas y en la despensa de la alacena ha
encontrado lo que buscaba, una gran lata de fruta en almíbar.
Curiosidad: me
acabo de enterar que las latas de conserva existen desde 1810 y se empezaron a
envasar alimentos en ellas en 1813.
Vuelvo con Hanna no para de ir de aquí para
allí, acarrea agua en el cubo, la pone a hervir, vigila el arroz ¡ojo, que
no se te pase! y corta verduras, carne, pan y queso. Menudo cuchillo.
En fin, que está verdaderamente
atareada y no seré quien yo la moleste. La dejo terminando sus tareas. Hasta
otro día.
Esta muñeca que he llamado Hanna es una Armand Marseille. Y como me chiflan las cocinitas, creo que te gustará ver esta.
¿Quieres
comentarme algo? Estaré encantada de leerte, puedes hacerlo abajo. Aclaraciones,
aportaciones y preguntas son bienvenidas.
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fotografías de esta entrada están hechas por mí. En virtud de la ley de la
propiedad intelectual está prohibido utilizarlas sin mi consentimiento. Si las
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