30 de septiembre de 2021

La infancia en el Museo Etnográfico de Agüero

No sé cuántos museos etnográficos he visitado en mi vida, decenas, eso seguro, tanto en pueblos y ciudades de nuestra geografía como en otros países. A veces son municipales, provinciales o estatales pero los hay que han surgido de la pasión de alguien que ama su tierra, que comenzó a guardar objetos del pasado y poco a poco se ha encontrado con una gran colección. Son, por tanto, colecciones privadas y una de ellas es la de Ramiro y Patro, artífices de la muestra que os presento hoy.


No, no es un museo de juguetes pero sí tiene que ver con la infancia y con algunos elementos del pasado que utilizaron en su día a día los niños de Agüero, uno de los pueblos más bonitos de Aragón que os invito a visitar.




¿Por qué nos interesan estos museos? Por varias razones pero sobre todo porque se puede entender y aprender mucho en ellos. Conociendo las formas de vida de antaño podemos saber de dónde venimos y comprender mejor lo que nos han contado nuestros abuelos, las personas que nos precedieron. Vemos que en general vivían con muy poco, que valoraban cada herramienta que tenían, que cuidaban sus cosas porque no había dinero para comprar otras.









Entendemos bien lo de la economía circular, lo que significaba la verdadera ecología porque era la naturaleza quien les proporcionaba lo que necesitaban y apreciamos el uso y re-uso de cualquier objeto con total ausencia de despilfarro: ropas que pasaban de uno a otro y después al siguiente, cajitas que se guardaban como objetos preciados, herramientas y aperos arreglados mil veces para seguir haciendo su función, cacharros de cocina que se heredaban y donde se guisaba lo que la tierra ofrecía.


Y no quiero caer en romanticismos. El día a día era duro para casi todos y había que trabajar mucho para sacar una familia adelante, los hombres con lo suyo y las mujeres con la casa, la crianza de los hijos, el cuidado de los padres mayores, el huerto y los animales del corral. En fin, no querría vivir en esos tiempos pero sí deseo extraer conclusiones sin olvidar que también hubo espacio para la alegría, que ni mucho menos todo fue gris en la vida de nuestros antepasados.




Apenas comento las imágenes porque me parece que hablan por sí mismas. Están tomadas en dos escenarios diferentes; uno es el propio museo en mi última visita hará un par de años, las otras fueron hechas en una exposición que montó el matrimonio en Huesca hace once otoños.




Aunque tengo algunas fotografías más de la colección me he centrado en las relativas a la infancia y a la mujer y a través de ellas veréis cómo ha cambiado todo en pocas generaciones. 

Parece mentira que se llevaran de día y de noche esas ropas tan incómodas aunque también veo ropa interior más delicada y objetos muy femeninos que Patro ha ido atesorando con cariño a lo largo de los años. Los frascos de perfume, los bolsos y zapatos, la bisutería (mirad unos pendientes con forma de bellota, muy propios del Pirineo oscense) y los objetos de tocador me atraen especialmente. No me gusta tanto el texto del cartel que trasluce las pocas libertades que disfrutaron nuestras abuelas, aunque es un acierto exponerlo (tan significativo me parece que encabeza esta entrada)










Por supuesto llaman la atención las labores, no imagino cuántas horas de trabajo silencioso hay tras cada una de ellas. En la primera observamos a una pequeñaja que parece irse a la cama con su osito de la mano, qué dulce.




Sucede lo mismo con los niños. La preciosa cuna de hierro y el rústico y querido tacatá de madera nos hablan de otros tiempos. Las fajas de los recién nacidos, los zapatitos y gorritos de bebé, los vestiditos vaporosos cosidos con las telas más finas y casi siempre hechos en casa son piezas que revelan el cariño y el cuidado que las familias han puesto en sus hijos y que Ramiro y Patro tuvieron el acierto de conservar.












Apenas se ve en las imágenes pero el museo atesora una gran cantidad de fotografías antiguas de Agüero y de sus gentes, un fondo valioso para ser estudiado.




Lamentablemente el alma mater de esta colección, Ramiro, falleció hace unos años pero Patro y sus hijos mantienen viva la llama del museo etnográfico cuya visita supone siempre una lección de historia.

Hasta pronto.




En esta entrada (para verla pincha  AQUÍ ) hablé de otros niños y otras infancias, en este caso las vividas en el palacio de Kensington en Londres. 


Si te gustan los museos aquí encontrarás varias entradas referidas a ellos. De juguetes, de muñecas, arqueológicos, de la ciencia y del ejército. Pincha en la etiqueta MUSEOS que hay a la derecha.


¿Quieres comentarme algo? estaré encantada de leerte, puedes hacerlo abajo. Aclaraciones, aportaciones y preguntas son bienvenidas.

 

Las fotografías de esta entrada están hechas por mí. En virtud de la ley de propiedad intelectual está prohibido usarlas sin mi consentimiento. Si las necesitas, ponte en contacto conmigo 😉.

  

Si deseas visitar este museo recuerda que es privado y no está siempre abierto al público, infórmate bien antes de ir. Te cuento que está ubicado en Agüero (Huesca), un pequeño pueblo cercano al Pirineo aragonés que sin duda merece una visita. El trazado de sus calles, los dos magníficos templos románicos y los mallos (las formaciones rocosas que protegen el municipio) te gustarán. Para muestra este botón.  Imagen de Huesca la Magia.



3 comentarios:

  1. Impresionante museo, yo también suelo visitarlos en las ciudades por las que paso, pero este es especial. Un saludo

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    1. Compartimos afición, es que se disfruta y se aprende mucho visitando estos lugares.

      Un saludo desde mis juguetes y moñas

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  2. Ha cambiado tanto ... a mí me ayuda a entender a mis mayores, a las sociedades que me precedieron. Entiendo sus carencias, sus dificultades, cómo las resolvian y así se comprende mejor su necesidad de prosperar, Está claro que su vida era dura y sin embargo, salían adelante. Hay mucho que aprender de ellos.
    Sin duda la vida es mucho más fácil ahora pero no siempe es mejor, así lo veo yo (qué reflexiva estoy, je je).

    Un abrazo, Linda. Desde mis juguetes y moñas

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