Después de pasar unos días con sus
amigas, Maricela llega a la estación de ferrocarril para tomar el tren que le llevará de vuelta
a su hogar.
Lo ha hecho con tiempo porque quiere
recorrer las antiguas instalaciones que la luz del atardecer envuelve con unos
colores especiales.
Justo cuando acaba de sentarse
para admirar esos tonos cálidos le salta al regazo un cachorrillo ¿quién será?
Se trata del perrito de una de
sus amigas con el que ha jugado mucho los pasados días. El animalito quería
despedirse y allí está, tan contento con las caricias que recibe de Maricela.
La muñeca le ha tomado mucho
cariño y Terry, que así se llama, se lo devuelve, si es que es un angelito …
… o un diablillo, según se quiera
ver, porque en pocos segundos ha escalado a lo más alto ¡anda pequeño, baja de ahí que te
vas a hacer daño!
Ahora se sube a las maletas, pobre
Maricela, no consigue atraparlo y el tren está a punto de llegar, qué nervios.
Por fin lo tiene entre sus
brazos. Se lo devuelve a su amiga mientras se despide de él prometiendo que volverá pronto y pidiéndole que sea
más bueno.
Justo a tiempo porque le ha parecido
escuchar el pitido del tren.
Así es, en la lejanía se divisa
el humo de la locomotora, dejamos en el andén a la moña para que se
concentre y no pierda el convoy.
Te echaremos de menos Maricela,
regresa cuando quieras.
¿Quieres comentarme algo? estaré encantada de leerte, puedes hacerlo abajo. Aclaraciones, aportaciones y preguntas son bienvenidas
Las fotografías de esta entrada están hechas por mí, a excepción del sello. En virtud de la ley de la propiedad intelectual está prohibido utilizarlas sin mi consentimiento. Si las necesitas, ponte en contacto conmigo a través de este blog, gracias 😉
Una Maricela de las más bonitas que he visto precioso su abriguito y maravillosas las fotos. De nuevo un placer leer tus textos y ver las fotos . Muchas gracias por tu publicación.Me haces pasar un ratito de auténtico placer.
ResponderEliminarY a mí me das una alegría con estos mensajes ¡gracias!
EliminarEsta moñeta resultó tener fotogenia y su perrito ayudó a buscar otros ángulos, aunque a Maricela casi le da un patatús, ja ja.
Un abrazo desde mis juguetes y moñas