No hay nada que me guste más que visitar a mis amigos y pasar unos días con ellos recordando viejos tiempos, disfrutando del momento y haciendo más planes futuros juntos, así que tras la llamada de Heidi y Pedro “Cuca Cape ¿por qué no vienes a vernos?” decidí que había llegado el momento de viajar hasta Suiza.
Experiencia en viajar tengo y mucha. Era muy pequeña cuando mi irresponsable madre me mandaba a cruzar solita el bosque para llevar unas galletas a mi abuela, que digo yo que podría haberle mandado un paquete o cogido el coche y hacerlo ella misma sin exponerme a los peligros que me acechaban, por no hablar de mi padre siempre ausente en los cuentos … pero bueno, que esta es otra historia y algún día volveré a ella. Como decía, que me las sé apañar muy bien y sin perder un momento miré la bola del mundo para ver el camino e hice la maleta, porque en la cesta no me cabía todo. Cuca Coletas se apuntó a última hora y nos pusimos en marcha.
Tras una parada en Nimes para descansar y conocer su pasado romano nos plantamos en Gruyères que es un pueblecito medieval muy pintoresco del cantón de Friburgo. En la plaza nos esperaban nuestros amigos súper contentos con nuestra llegada. ¡Cuántos abrazos nos dimos! Estaban como locos por enseñárnoslo todo “Cuca, te presento al Viejo de los Alpes, mi abuelito ¿a que es alto? y aunque parezca serio es muy cariñoso. Mira la plaza de mi aldea, qué bonita es, siempre hay muchos turistas. Cómo han cambiado las cosas, antes vivíamos casi aislados y ahora está lleno de restaurantes y tiendas.”
Unos minutos después estábamos en el castillo que allí llaman château, me encanta escribirlo en francés porque su acento circunflejo ^ me recuerda a mi gorrito rojo. Pagamos la entrada, nos dieron una pegatina identificativa y lo recorrimos de arriba abajo.
Mientras tanto Pedro enseñaba sus propiedades a Cuca Coletas: “gracias a mi madre y a mi abuela aprendí a hacer quesos, después el abuelito de Heidi me enseñó un oficio y me ayudó con los deberes de la escuela, yo pensaba que no valía para eso pero con la ayuda de todos y en especial de mi amiga pude mejorar, así que cuando acabé mis estudios trabajé mucho y conseguí tener mi propio rebaño de vacas, mira, aquí tenemos al perro Niebla que todavía nos ayuda con el ganado. Ven a ver mi fábrica de quesos, me he convertido en un hombre de negocios, quién me lo iba a decir a mí”.
Heidi por su parte me contaba las excelencias de su país “no te creas que todo son bancos, relojes, chocolates, quesos, prados y cabras, los suizos somos buenos haciendo muchas otras cosas, por ejemplo navajas, deberías comprarte una multiusos y llevarla en tu cesta, con lo que tú transitas por los bosques te sería de gran utilidad…” Pero más que en las navajas yo estaba interesada en estos rompecabezas tan bonitos de madera que contaban mi historia, hay que ver lo conocida que soy en todas partes. “Oye, bien pensado compraré una de esas navajas para regalársela a mi amigo el leñador, que buen favor me hizo cuando tuve el famoso percance con el lobo malo”.
Al día siguiente lucía un sol fantástico y decidimos subir a un glaciar de los Alpes en un enorme funicular, guauuu, qué impresión ascender en ese cacharro, nos sentíamos muy pequeños. Una sorpresa nos aguardaba en el interior del aparato, el conductor tenía un muñeco hecho a su imagen y semejanza, ¡eran igualitos! “¿Nos podemos hacer una fotografía contigo?” “¡Claro, me encanta ver a otros muñecos por aquí! ¿de dónde decís que sois, chicas?”
Pero al llegar arriba el miedo se apoderó de mí, la altura era tremenda, mirar abajo era ver el vacío, las grandes moles de roca me impresionaban y encima esa pasarela que Pedro me invitaba a cruzar me daba mucho respeto. Pero una Cuca Cape no se amilana por cosas tan pequeñas y una vez que la crucé, la vista de la cordillera era tan tan tan maravillosa que todo había valido la pena, porque yo amo mis Pirineos pero los Alpes cortan la respiración.
Era momento de divertirnos en el glaciar ¿os imagináis jugar en la nieve en pleno verano? Estábamos como niños con zapatos nuevos: Cuca Coletas quería hacer el angelito moviendo sus brazos pero Pedro propuso “¿y si hacemos dos muñecos..?”. Me pregunto dónde he oído yo esa canción.
Heidi vino a sacarme de mi ensoñación, “chicos, va cayendo la tarde y hay que bajar, las montañas son muy traicioneras y en unos minutos podría caer una tormenta”. Nos dispusimos a regresar no sin antes despedirnos de las alturas y del mítico Mont Blanc, estábamos muy contentas de haber podido conocer uno de los techos del mundo.
Tal como había previsto nuestra amiga Heidi, las nubes grises aparecieron pronto pero ya estábamos abajo a salvo así que dimos un paseo por allí y nos hicimos unas fotos de recuerdo. Como Cuca Coletas es tan romántica y le encantan las flores, no hay más que ver su vestido primaveral, cogió algunas para adornarse el pelo, estaba guapísima.
“No os podéis ir del país sin visitar Zúrich” dijo Pedro. Dicho y hecho, fuimos a esta ciudad, centro económico de Suiza que mantiene su precioso casco histórico junto al lago. Paseamos por sus calles, cogimos el tranvía y aún tuvimos tiempo de entrar en algunas jugueterías. A mí me encantaron esos autómatas de madera musicales pero Heidi se inclinaba por comprar unas postales “mira, aquí estoy en las montañas con mi abuelito, está mi amiga Clara y todas nuestras cabritas: Blanquita, Bonita, Diana, Copo de Nieve y Salvaje” y junto a Pedro nos mostró varios relojes cucú que tan tradicionales son por esas tierras.
Nuestra última excursión fue al castillo de Chillon construido junto al lago Lemán. Con nuestros amigos teníamos una broma todo el tiempo que era llamarlo “castillo de Gritón”, cosas de niños … Es un château que atrae todos los años a cientos de miles de turistas por su emplazamiento y su singular belleza. Ya en el pasado fue visitado por Rosseau, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Gustave Flaubert y Lord Byron que situaron algunas de sus historias entre los muros de esta fortaleza que a nosotras nos dejó pasmadas y con la boca abierta.
Pedro se situó junto a la maqueta para darnos una lección de arquitectura e historia, después descubrimos que entre el mobiliario antiguo había un arca pequeñísima de nuestro tamaño ¿vivió alguna de mis antepasadas Cucas en Chillon?, quién sabe. De eso estuve hablando con Heidi sentadas en el vano de una ventana admirando el inigualable paisaje.
Ahora sí que nuestro viaje tocaba a su fin y la última noche hicimos una fondue con los quesos que fabrica Pedro ¡qué risas! Cuca Coletas casi se cae dentro de la cazuela ¡¡le gusta el queso más que a los ratones!!
Nos despedimos de nuestros amigos suizos con la promesa de que pronto vendrían a vernos a España y llevando en nuestra retina los maravillosos paisajes suizos. Hasta muy pronto.
* En esta aventura han participado Cuca Caperucita, Cuca Coletas (ambas de FAMOSA) y como artistas invitados Heidi y Pedro de Mecánica Ibense M.I.
* Excepto la última imagen que es de TodoColección, todas las fotografías son mías y no pueden reproducirse sin mi consentimiento.
* Otra Cuca / Heidi de mi colección es esta http://misjuguetesymognas.blogspot.com/2018/01/heidi-de-berjusa.html
* Si quieres saber más sobre el Museo Romano de Nimes este es el enlace:
http://misjuguetesymognas.blogspot.com/2018/10/juguetes-en-el-museo-romano-de-nimes.html