Con todos estos nombres se conoce a las sencillas
muñecas de cartón que fueron muy populares durante décadas y tan felices
hicieron a las niñas.
De construcción rudimentaria se hicieron en muchos talleres de varias provincias
españolas y es difícil poder identificar el lugar del que proceden, aunque la
mayor parte son de la zona del Levante, tan asociada a nuestro juguete. No era
necesario tener una fábrica para hacerlas
ni un conocimiento específico sobre su construcción y seguramente la
mayoría se hicieron en pequeñas empresas familiares. Los materiales no eran difíciles
de conseguir y cualquiera podía ganarse un dinero presionando el cartón piedra húmedo sobre el molde, uniendo las
diferentes partes con cola, dándoles una capa de imprimación y pintándolas con mayor o menor gracia.
Finalmente había que vestirlas para lo cual se utilizaban retazos de tela en
los que no había rastro de confección ya que iban unidos con pequeñas puntas.
Después se vendían en las tiendas pero también en las ferias que se celebraban
por todo el país, como se puede ver en una hermosa imagen tomada por el fotógrafo
aragonés Ricardo Compairé en la feria de San Mateo de Ayerbe (Huesca), hacia
1930, donde vemos un puesto de venta de estas muñecas. Pertenece a la Fototeca de la Diputación
Provincial de Huesca.
Aunque no apreciadas por todos los coleccionistas por
su simplicidad, para mí son muy queridas
porque fueron las únicas con las que jugó mi abuela de quién heredé la palabra
moña y moñeta que es como en Aragón se dice muñeca, término que también sirve
para referirse cariñosamente a una niña pequeña. Tanto me gusta que da nombre a
mi blog. Por mi yaya sé que las moñas de cartón se encontraban en distintos
tamaños y precios, que pese a ser asequibles no todas las niñas accedían a
ellas y que se estropeaban en que las ponías a remojo, pues ya se sabe que a
toda pequeña le gusta bañar a sus muñecos.
Además de estas peponas se fabricaron animales de
todo tipo (caballos, burros, perros, gatos, vacas, toros, elefantes, patos) y en
diferentes tamaños, desde los preciosos equinos a los que se podían subir los
niños, el famoso “caballito de cartón” hasta pequeños burritos montados sobre
una maderita que a su vez tenía cuatro ruedas. Este juego de arrastre fue
tremendamente popular entre los niños y como las moñetas de cartón forman parte
de cualquier colección de juguetes que se precie, remarcando el carácter
etnológico de estos queridos objetos.
En una visita al Museo de la Muñeca de Onil vi
varias muñequitas fabricadas en esa querida población igualitas a una que
tengo. No es de extrañar que en una de las cunas de la muñeca española se
hubieran hecho estas entrañables moñas. Pongo dos fotografías que además
muestran parte del proceso constructivo.
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