Todo el
mundo conoce la expresión “tienes más cuento que Calleja”, pero ¿y su significado?
Es “ser
quejicoso o fantasioso, falsear la realidad, exagerando lo que le afecta
particularmente”. Este dicho
entró en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, R.A.E. en
2001 como frase coloquial y gracias a él muchas personas conocieron al
protagonista de hoy, el señor Saturnino Calleja Fernández, aunque los más
mayores y los coleccionistas lo hicimos a través de sus cuentos y de sus
libros.
Calleja
(1853-1915) nació en Burgos y pronto se trasladó a Madrid con su familia. Su
padre poseía una librería y encuadernadora que el joven Saturnino compró y
transformó para desarrollar la pasión de su vida: la innovación de la
pedagogía a través de la escritura y la
edición y difusión de miles de obras. Más de tres mil publicaciones saldrían de
la Editorial Calleja desde su creación en 1876 hasta su cierre en 1958. Aquí lo
vemos junto con su esposa e hijos.
Sus
libros supusieron un antes y un después en el panorama de la enseñanza, no solo
en España sino en los países de habla hispana de América y en Filipinas, donde
también se distribuían. Los textos eran amenos e instructivos, los temas muy
variados y originales. Los mejores dibujantes se encargaban de las
ilustraciones, aspecto muy novedoso en las publicaciones dedicadas a la infancia
que solían carecer de “santos”. Se hacían tiradas altísimas lo que rebajaba el
precio final, haciendo más asequible la compra para padres y profesores. Su
aportación al magisterio español fue muy valiosa porque sus libros pudieron
llegar a todos los colegios del país y ser leídos y releídos por varias
generaciones de niños, poco acostumbrados a disponer de ellos en las casas y en
las escuelas.
Seguramente
se le conoce más por los cuentos que por otros textos, no en vano publicó más
de mil cien cuentos diferentes de todo tipo. Son muy conocidos los de tamaño
pequeño y precio bajo que se vendían en cajitas de hojalata litografiadas como
esta que vi en el Museo Pedagógico de Huesca.
Yo
tengo unos poquitos originales que muestro aquí.
Y algunos facsímiles que la empresa R.B.A. sacó al mercado en 2008. Setecientos
veinte cuentos formaban esta colección que podía guardarse en una pequeña
estantería que compré hace un tiempo.
A mi
Cuca Cape le gusta mucho leer y aquí la tenemos eligiendo un cuentito. Los que
aparecen a la izquierda son los facsímiles de Calleja. Los de la derecha, más
coloridos, son posteriores y de otras editoriales, pero mantienen el mismo
tamaño chiquito que encantaba a los pequeños ya que podían transportarlos y
guardarlos en cualquier sitio.
Sin
embargo la Editorial Calleja elaboró mucho más que historias para la infancia. Los
libros de formación para adultos (muchos de ellos escritos por don Saturnino) publicados entre 1876 y 1930
trataron de una gran variedad de temas:
Por
medio de ellos los lectores accedían a una información necesaria para el
desarrollo de diferentes disciplinas, por ejemplo la agricultura (libro de 1892)
y la pesca. También la higiene y la economía (libro de 1901) eran explicadas en
estos textos. En la era de internet nos puede parecer raro no conseguir datos sobre un tema concreto, entonces lo difícil era acceder a alguno. Él popularizó las enciclopedias y los diccionarios que ayudarían
a los maestros a propagar el conocimiento entre sus alumnos.
Algunos
de mis libros publicados por Calleja se encuentran en buen estado, otros están
muy ajados pero los guardo con cariño. Uno de ellos perteneció a la abuela de
una amiga que me lo regaló sabiendo que lo cuidaría, “Catecismo del agricultor”
1892.
Hace
poco compré el llamado “Lluvia de cuentos, lecturas morales para niños de ambos sexos”
editado para España y México en 1896, y
ojeándolo encontré la felicitación de Navidad antigua de un barrendero, qué
sorpresa.
Se podría
hablar y no parar sobre el señor Calleja y su decisivo papel en la
modernización educativa de nuestro país. Fue un empresario de éxito, pedagogo,
editor, inventor, escritor, periodista y filántropo. Su lema era “enseñar
divirtiendo” y mejoró significativamente – junto con otros
entusiastas pedagogos – la forma en que los niños de habla castellana se
educaron. Porque hubo otras editoriales, otras personas que compartieron ese afán
regeneracionista por instruir a mayores y pequeños, pero a ninguno se le
recuerda tanto como a él.
Pronto
tendremos la posibilidad de visitar un museo que el municipio burgalés de
Quintanadueñas, de donde procedía su familia, va a abrir este año 2019 dedicado
a su vecino más ilustre y espero no tardar mucho en ir a conocerlo. Para quien
esté interesado en saber más, hay un libro que escribió su nieto menor, Enrique
Fernández de Córdoba y Calleja, de donde he extraído algunos datos.
No
puede haber otro final que este que todos conocemos y fue creado por él “… y fueron felices y comieron perdices, y a
mí no me dieron porque no quisieron”.
·
Todas las fotografías con el nombre de mi blog son de mi
propiedad.
· El resto de las imágenes son de TodoColección, de Wikipedia
y de Enrique Fernández de Córdoba y Calleja.
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Pedagógico de Aragón: http://misjuguetesymognas.blogspot.com/2018/11/los-juguetes-del-museo-pedagogico-de.html