Imagina que paseas
distraídamente por el parque de una pequeña ciudad y de pronto te topas con
algo grande, colorido e inesperado. Es como una visión en medio de la
frondosidad, parecida a la que debieron sentir los hermanos Hansel y Gretel al
encontrar en un claro del bosque la casita de chocolate.
Bueno, lo tuyo ni es dulce ni
se come pero sí procede de un cuento. Es la casita de los Siete Enanitos y su
amiga Blancanieves.
Sorprendido ¿no? Pues existe y
está en el parque Miguel Servet de Huesca, uno de los parques más antiguos de
la ciudad. Te voy a contar algunas curiosidades de este lugar.
Para empezar, no sé a quién se
le ocurrió la idea de construir esta reproducción de la famosa morada de los
enanitos. Se hizo en 1947 bajo el mandato del alcalde José María Lacasa.
Sabemos que la película de Disney, donde se popularizó esta original
construcción, es de 1937 aunque el
cuento ya había sido recogido por los hermanos Grimm más de un siglo antes.
Otra cosa curiosa. Se la conoce
como Casita de Blancanieves pero me hace notar una amiga que la princesita no
era la propietaria sino que vino a ser
una okupa. La joven entró sin permiso y se quedó a vivir un tiempo allí. A su
favor diremos que nada más llegar y ver el interior se puso a limpiar la
pocilga que ocupaban los famosos siete mineros que dedicaban poco tiempo a las
tareas del hogar. El lucrativo negocio de encontrar piedras preciosas les tenía
muy ocupados.
Al contrario que en el cuento,
todo está limpio y ordenado y no porque Snow
White haya pasado la escoba sino
porque las monitoras lo atienden y desinfectan, libros incluidos.
La vivienda tiene casi 75 años y siempre ha estado dedicada a los niños ¿conocéis alguna biblioteca infantil tan encantadora como esta? Lo malo es que solo abre algunos días al año, en horario reducido. Si vais por Huesca y deseáis visitarla, podéis preguntar antes en la oficina de turismo. Por cierto, que a solo cinco minutos a pie encontraréis el interesante Museo Pedagógico, os animo a conocerlo aquí y también pinchando aquí
Volviendo a la casita de cuento, la tarde que tomé las fotografías estaba
abierta. Debido al covid los niños solo entran ahora unos minutos para elegir sus libros y
salen a leerlos al exterior sentados sobre la hierba, en una silla o en un banco:
un plan estupendo para ellos y sus padres. No queda claro quién disfruta más.
Me hubiera gustado ver las
ventanas abiertas para reproducir la famosa escena de la ventana: la bruja con
su cesta de manzanas y la inocente Blanca Nieves eligiendo una. Confío en que
otra vez será…
En el exterior, un pequeño
mural cerámico y un medallón homenajean a Walt Disney mientras que una
bicicleta infantil nos indica que ahora la casita la visitan otros pequeñines.
La historia solo ha cambiado un poco.
Colorín, colorado, este cuento
se ha acabado.