Cada
uno habla de la feria según le va en ella, reza un dicho que me
parece muy aplicable a la reapertura del Rastro de Madrid el pasado domingo después de haber
estado parcialmente cerrado durante ocho meses. Había, por tanto, mucha expectación y por lo que leo, opiniones para todos los gustos. Os diré la
mía, cómo vi la feria.
La mañana era soleada, nada
fría. Con una amiga planeamos ir un poco tarde, sin ninguna prisa y con menos
intención de encontrar nada en concreto. Deseábamos volver a esas calles, mirar
por aquí y por allá y disfrutar de una forma responsable y cuidadosa. Y así
fue.
Para entrar tuvimos que hacer una cola … de no más de tres minutos. Muchos agentes de policía y algunos miembros del SAMUR se encargaban de controlar los accesos y de que fueras en una única dirección, ya que las calles estaban señalizadas con ese fin. Mi percepción fue que casi todo el mundo cumplía las normas de seguridad aunque también es cierto que evitamos las zonas habitualmente populosas como la Ribera de Curtidores y otras.
Al ser un mercadillo al aire
libre, hecho que se remarcaba en algunos carteles y que la mitad de los
puestos no estaban montados – cada domingo podrán hacerlo el 50% de los
vendedores – se caminaba muy bien entre los tenderetes y no notamos la presión
de público que es habitual cualquier domingo del año. De un año normal, se
entiende. Si la hubiéramos notado nos habríamos ido.
Pudimos ver con detenimiento algunos
objetos que nos interesaron, tomar fotografías y charlar con vendedores
simpáticos que estaban encantados de estar de vuelta. Otras personas dicen
justo lo contrario, que les pareció que había demasiada gente, que los comerciantes
estaban de mal humor y que todo era caro. Hombre, lo de los precios, todos queremos comprar barato y eso no siempre se puede. Regalar, no se regalaba nada.
No estuvimos mucho rato, pero sí lo suficiente para llevarnos algún objeto, callejear y tomar el pulso al mercadillo madrileño más famoso. Las tiendas fijas sí que habían podido abrir meses antes y los vendedores estaban felices de ver pasar más público ante sus puertas. Uno u otro, siempre entra alguien.
De juguetes vi poquísimo pero
ya digo que nuestra vuelta fue corta y tampoco los estuve buscando. El Rastro
es mucho más que juguetes y moñas y
no faltaron los libros, la ropa, las obras de arte antiguas y modernas, las antigüedades, los muebles, los cachivaches de
todo tipo y las gentes, algunas tan curiosas como los propios objetos puestos a la venta. Ahí está la gracia.
Volveremos más adelante,
volveremos.
* Todas las fotografías fueron tomadas por Beatriz Ausejo, restauradora, artista y amiga. Ahora mismo está montando una exposición, puedes ver sus trabajos y seguirla en Instagram @neskapolitapinta.
En virtud de la ley de propiedad intelectual está prohibido usar las imágenes sin su consentimiento. Si las necesitas, ponte en contacto con ella a través de esta página 😉 o en su cuenta de Instagram.
* ¿Te gustan los rastros y mercadillos? Date una vuelta por el de Zaragoza
* ¿Sabías que la frase Cada uno habla de la feria como le va en ella ya apareció en La Celestina en 1499? Todos los días aprendo algo.
¡Cuánto me alegro de la vuelta del Rastro! Lo que me gusta a mí un mercadillo... aunque no tengo a mi alcance ninguno tan pintoresco como ese. Las veces que he estado en Madrid nunca ha sido en domingo para poderlo visitar, y es una espinita que espero quitarme algún día porque mi hijo vive en Madrid y supongo que antes o después tendré la oportunidad.
ResponderEliminarMe han encantado las fotos, las imágenes de puestos y mercancía vintage siempre son atractivas y curiosas.
Bonito paseo, gracias por él.
Besos.
Seguro que a no tardar, pongamos unos pocos meses, puedes viajar y te acercas hasta Madrid. El Rastro es un lugar con mucho sabor, vale la pena disfrutarlo sin prisa y sin ansia, ja ja, difícil cuando eres coleccionista. Encantada de que te haya gustado, aunque sea por medio de fotografías es bueno pasearse y ver cosas bonitas.
EliminarMuy buen fin de semana, un abrazo desde mis juguetes y moñas.
Hola Linda, entiendo bien que echéis de menos esas visitas, para una coleccionista como nosotras ir a la caza del tesoro, o como poco pasar una mañana entretenida, es un plan estupendo. Ojalá pronto la situación esté mejor en todas partes y podamos recuperar nuestras (muy queridas) rutinas.
ResponderEliminarUn abrazo desde mis juguetes y moñas.